jueves, 12 de septiembre de 2013

Story Cubes II


Rodolfo y Anita eran dos hermanos la mar de traviesos. Sus padres y maestros estaban desesperados porque, en el momento menos esperado, se encontraban a los niños trepando al árbol más alto del parque, recogiendo hormigas para organizar una carrera en el patio o haciendo avioncitos de papel ¡con el cuaderno de los deberes! Y es que Rodolfo y Anita ¡no se aburrían nunca! Siempre estaban buscando aventuras y nuevos juegos con los que entretenerse.
Y este fin de semana estaban más felices que nunca. Sus padres les llevaban de acampada, y podrían dormir en una tienda de campaña como auténticos indios y contar historias de miedo alrededor de una hoguera. Van a ser los mejores días de su vida.
Cuando llegan a Villa Arce descubren un paisaje sin edificios, coches ni tiendas. Todo lo que hay hasta donde les llega la vista son árboles. ¡Parecen infinitos!
En cuanto ven un pequeño  claro la familia se dispone a montar el campamento.
-  Vamos, Rodolfo, tú y yo montaremos la tienda – le dice rápidamente su hermana.
Vale, y después buscaremos peces en ese charco – responde.
Ja ja, no, hijo, ahí no vas a encontrar peces. Cuando esté todo listo bajaremos ese camino y os enseñaremos el río, ¿de acuerdo?
¡Sí! – gritan los dos hermanos.
Después de nadar, subir a los árboles, montar su primera tienda y montar en bici, toca el turno de echar a suertes quién va a buscar leña para la hoguera.
Así estaremos más calentitos y seguro que no se acerca ningún animal.
Ha salido la luna y la noche está bien entrada, pero no hay quien duerma a Rodolfo y Anita.
-  Tenemos que bailar alrededor del fuego, mamá, lo hemos visto en las películas… - suplican. 
Y así se pasan un rato, saltando y riendo llamando a los espíritus del sueño.
De repente, se escucha un fuerte trueno que anuncia una tormenta que no tarda en llegar. Un fuerte aguacero comienza a caer y les obliga a entrar corriendo en la tienda. 
- Vaya, hemos hecho magia. Hemos descubierto el baile para llamar al dios del trueno – ríen los cuatro.
- Pues me parece que la lluvia no va a parar de momento… aprovecharemos para dormir y madrugar mañana – dice el padre.
- No… aún no hemos contado historias – lloriquea Rodolfo.
- Está bien – concede su madre. – Desde aquí dentro daremos la vuelta al mundo inventando historias. ¿Quién empieza?
  
 
 
 
  

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