lunes, 9 de septiembre de 2013

Story Cubes I



Qué difícil deshacer la vida en un instante. 
Qué complicado desatar tantos nudos con manos que padecen el temblor de las prisas. 
Imposible romper los muros que tanto costó levantar. 
Pero tiene que hacerlo. Ha llegado la hora. Lleva años sintiéndose prisionero en su propia vida. Un arlequín en el triste teatro de la monotonía... Le gusta la palabra arlequín. Una de esas bellas palabras que desgraciadamente está cayendo en desuso. 
No recuerda cuando fue la última vez que rió o lloró. Antes solía cantar. Siempre le dijeron que tenía buena voz y podía haber llegado lejos, pero a su madre no le gustaban esas cosas de la farándula. Sin embargo, recuerda qué bien se le daba engatusarle cuando le susurraba una de sus preferidas: Cucurrucucú... Qué tiempos aquellos. Cómo no había visto que tarde o temprano esto pasaría. Pero no. Ya no valía la pena lamentarse. Estaba anocheciendo y no le quedaba mucho tiempo. Pronto todos despertarían. Despertarían del sueño y, con suerte, también del aletargamiento de sus vidas. Esperaba poder contribuir a dar esperanza a otros como él. Ser una pequeña chispa que prenda el fuego del cambio. Sí. Eso estaría bien. Hacer algo grande por fin. 
Siempre se había mostrado retraído y sin interés por destacar. Desde el colegio cuando, al contrario que sus amigos, él siempre se escondía para ser el último en ser elegido al hacer los equipos. No lo hacía por timidez. Se estaba reservando. Sabía que su momento llegaría, pero más adelante... Solo tenía que fijarse bien en las pistas y dar los pasos correctos. Pasos que le llevan hasta este momento. Su momento. No hay vuelta atrás y descuelga el teléfono. 

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