Se trata éste de uno de esos libros con los que piensas "quién soy yo para valorar si un libro es bueno o no, si vale la pena leerlo o no, si llega al público o te deja frío. Quién soy yo para juzgarlo, cuando se trata de las reflexiones personales de alguien, y esas nunca son malas, solo que no pueden aplicarse de la misma forma para todos."
Creo que eso es lo que me ha pasado con El mundo amarillo. Obviamente se trata de un libro que, solo con el argumento, ya te toca la fibra, pues Albert nos ofrece las enseñanzas que aprendió durante los 10 años en que estuvo enfermo de cáncer para que las apliquemos en nuestra vida "sana".
Él está en contra de que se considere a éste un libro de autoayuda, sino de experiencias. Sin embargo, para mi gusto son excesivas las listas, repetitivos unos conceptos y fantasiosos los otros. Esperaba más anécdotas, experiencias suyas que mostraran qué le ha llevado a pensar y vivir así, pero realmente no abundan. Las pocas que hay son las que hacen que merezca la pena leer el libro, porque al menos a mí, es lo que me ha llegado y me hace plantearme ciertas cosas en mi conducta del día a día. El resto, incluido el capítulo de los amarillos, como digo, repetitivo.
Es cierto que los libros, y más los de este tipo, no pueden tomarse al pie de la letra, y tenemos que buscarles nuestra propia utilidad. Por ejemplo, uno de sus consejos es soplar 2 ó 3 veces a la semana. Soplar no solo en los cumpleaños, sino todo el año. Para mí eso significa vivir con ilusión, tener deseos cada día, esperanza de que se cumplirán, no conformarnos con lo que tenemos sino seguir soplando y soñando. Quizá no sea ese el mensaje de Albert, pero es el que yo he leído. A esto me refiero. Los 23 consejos que nos da para afrontar la vida con optimismo se me quedan cortos, comparándolos con otros de libros de este estilo, por la relatividad en la forma de explicarlos.
Y vosotros, ¿qué opináis?